Con el tiempo aprendí que, al disparar el obturador de mi cámara, estaba declarando guerra al tiempo. Cada vez que apretamos ese botón diminuto, estamos lanzando un manifiesto contra la fugacidad.
La luz queda atrapada como un insecto en ámbar, las sonrisas se detienen a mitad de camino, las lágrimas quedan suspendidas en su descenso. La nostalgia perdura en una imagen.
Podríamos decir que, Fotografiar es Resistir. Resistir a ese poder que va borrando rostros, momentos, emociones, desmantela plazas, silencia voces. Nosotros, en cambio, ayudamos a guardar pedazos de realidad en pequeñas cajas de luz.
A veces me pregunto, si la memoria existe realmente sin estos anclajes tangibles. Aunque ya no tenga a mis abuelos, mi madre y otros familiares, que ya desaparecieron de mi casa, de mi vida hace tiempo; aún así, puedo re encontrarlos en sus fotografías.
Ahí comprendí que las imágenes son puentes tendidos sobre el abismo del olvido. El retrato de aquel manifestante anónimo, con la mirada fija y determinada. La mesa familiar con una silla vacía. El edificio que ya no está pero que sigue existiendo en papel y píxeles.
Fotografiar, entonces, no es simplemente mirar. Es un acto de rebeldía cotidiana contra esta tiranía de lo efímero...
" La Fotografía como herramienta de lucha contra el Olvido."
MC
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